lunes, 28 de diciembre de 2009

Laetae Saturnales!!! Ave Bacche!

Seguramente se debe a que en mi niñez lo vi demasiadas veces en Teletica Canal 7, siempre con usteeeeed! No margino el hecho de que los actores de Hollywood también lo hacen y yo, como cualquier otro artista, los envidio a causa del mundo. Quizás influya el hecho de que mis amigos, aun los más duros, lo han hecho también. Revistiéndolo de paganismo y con toda pompa (comienza a sonar aquí los Himnos de Coronación de Händel) y ocasión... ¡Saludos a todos mis lectores! Ahora, una conspicua lista de gratitudes que debió ser mucho más prolija:

Asterión (Gustavo Solórzano Alfaro), gracias por tu regvla frecuentis y tu asidua lectura de mis disparates; por tus tres libros publicados este año (¡Joder!), por tu hermandad que me honra y exige.

Cris Arias (como él mismo), un abrazo por regalarme esa maravillosa portada para Relatos Paganos, mi futuro libro, publicado por la UNED; por ser, a la brava, el corifeo más sexy en el drama poético, Himnos Sacros y Canciones Paganas, de marzo pasado; por tu casa, Altamira, donde yace y fluye la verdadera vida. Por tu corazón altivo, por tu grandeza y tus cuadros, puertas a los jardines del Hades, gracias.

José Pablo Medrano (dandy irreprochable), todo mi afecto. Nadie como vos puede arrojar luz verdadera sobre los miasmas de este mundo triste. Gracias por tus poemas y tu inclaudicable e indiferente lucha contra las hordas oscuras. Por ser mi poeta en Himnos Sacros y Canciones Paganas… y ya, que no encuentro manera de celebrar con suficiente dignidad tu gallardía y arrojo. Salud, mi Orfeo!!!

A los 80 valientes de la Contramarcha (ejército de la luz), por devolverme la fe en este pueblo de labriegos sencillos, eterno prestigio, etcétera, etcétera.

Meylin Vargas (la lúbrica sempiterna vestal), un beso por haber hallado esa piedra filosofal que alquímicamente transformó a unos güilas revoltosos y magníficos en los severos actores de mi tragedia Seleme, estrenada en abril. Por tu valor, hermana, que nadas próxima, gracias.
A esos güilas revoltosos y magníficos, actores trágicos, dioses y sátiros, ninfas y pastores: Esteban Chacón, Tsáitami Ordóñez, Adolfo Granados, Camila Leitón, Camilo González, Marcela Núñez, Marcia Brenes, Valeria del Valle y Héctor Morales.

Alexánder Obando, cuyos comentarios constantes e inmerecidos me levantan de mi lecho indolente y me conducen, de una oreja, al scriptorium; cuya novela Canción a la muerte de los niños –obsequio del Monstruo del Laberinto- no me deja en paz; cuya poética y pensamiento inspiran peligrosamente. Por tu brazo en la batalla, ¡General!, gracias.

Basil (gualdo lebrel), por no morirse, habiéndome de otro modo entristecido sin consuelo.

Mato Alfaro Méndez (Pel, Cuil, etc…), gracias por ser el corazón de mi casa y el concluyente y definitivo elemento de esta hermosa familia disfuncional y anatemática, cuya fotografía finaliza la página de los amigos. Gracias por todo lo que un ser humano miserable como yo podrá agradecer en una vida.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Candelillas I

Pregunta:
¿Qué entiende un estudiante de derecho de la Escuela Libre de Derecho cuando mira una edición de Les fleurs du mal, en pasta de cuero?

Respuesta:
Mira una Bilblia.

Conclusión:
Para este joven estudiante prontísisisimo a graduarse Magna Cum Laudes y que conduce un flamante Mitsubishi (Diamante, en coreano) Eclipse:

a) un libro que muestra ilustraciones por fuera, es un libro de cuentos para niños.
b) un libro que muestra fotografías en su portada, es una novela de Dan Brown.
b.1) si las fotos muestran espadas o castillos, obra de Tolkin o J.K. Rowling.
c) un libro que muestra una cubierta de cordero, con letras en cara y lomo, sin fotico alguna, es, indefectiblemente, una Biblia.

Más conclusiones ad hoc:
En efecto, la obra de Baudelaire es una biblia, pero a Satanás.

Reacción del joven estiudiante de Derecho:
Aaaaaaaa.

En definitiva:
Para el joven estidiante de derecho, un libro sin fotos ni ilustraciones y, encima, cubierto por cuero de animal, sin importar un bledo el grosor, es una BIBLIA.

Veredictum:
El joven estudiante de derecho tiene, equivocadamente, razón: Charles Baudelaire es el gran profeta de nuestra era y Les fleurs du mal, su libro sacro.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuadernos Reloaded!!!

Da un poquillo de pena. Pero, como decía Glenn Close, "es como el dolor, sólo se siente la primera vez". He decidido reeditar algunos artículos que había escrito hace años. Ante todo, porque nueva y saludablemente se ha vuelto a abrir la vieja discusión sobre qué es la literatura costarricense, sus rasgos inherentes, diferenciales... su especificidad, como dice el diccionario de Santa Sociocrítica (la SS). Esa idea imbécil de que lo costarricense es esto o esto otro ya nos tiene a los creadores modernos bastante cansados. Aún más, cuando se declaran desiertos premios importantes, como el certamen UNA Palabra, que ahora se llama, NingUNA Palabra, desde que Carlos Francisco Monge y sus secuaces decidieron que más de treinta poetas nacionales y extranjeros escribimos pura MIERDA. Sin conocer el inapelable criterio de este y demás genios de la crítica literaria costarricense, podemos aventurarnos y creer que el dictámen se basó en la presencia o no de los costarriqueñismos aquíleos, las escenas de aguadulce y pejibayes, lo chiquitico y claritico pal pueblitico, la (pseudo)crítica de interés social y demás hipócirta MIERDA. Ahora que, bien escrito, uno puede hacer de todo... El problema es A) cuando el jurado no sabe qué está bien escrito y qué no, B) cuando el jurado sólo conoce un compendio limitado de clichés instaurados por la raquítica academia de las letras ticas: La Academiitica. Por eso, hay que reeditar... a ver si así, alguien escucha.
Esta es, pues, la primera entrega de mis Greatest Hits. Apenas encuentre el resto, continúo. Es como The best of... y esas cosas. Como estamos en año nuevo... :)

Lo Clásico
Primero que todo, advertimos lo penoso que resulta hacer unas aclaraciones tan básicas sobre este concepto. Nos vemos obligados, pues la confusión que entorno al término existe es pasto para que los “escritores” oficiales (académicos del país) alimenten su megalomanía y eyecten sus prejuicios a los discípulos.Los filólogos de la vieja guardia saltan de espanto cuando se usa este apelativo para dar atributo a un refresco o a un partido de fútbol. A nosotros, las opiniones de la chusma no nos interesan y, por estar acostumbrados al constante ensuciamiento del arte, semejantes vulgaridades pasan inadvertidas, no les damos ningún estatus.Claro es que no nos referiremos a esos escrúpulos caducos. Cuando hablamos de arte clásico, nos referimos al uso de técnicas prefijadas desde la Antigüedad –también a la experimentación a partir de ellas. Desde esta perspectiva, da lo mismo emplear un entimema “Apolo” que “Iavé” o “Vishnu” y hasta “Quetzalcoalt” o “Marx”. No es la ambientación lo que hace a un texto artístico clásico o no. Es el problema de la técnica creadora, un tema desconocidísimo para los escritores modernos, nos atreveremos a presumir, más adelante.Medir versos o no medirlos es una decisión del poeta. Si ha decidido tomarse el enorme trabajo de inventar un nuevo metro, revolucionario ante los parámetros clásicos, bien por él. También puede decidirse a emplear la retórica clásica, acudir a sus rudimentos líricos y desarrollar su trabajo hasta llevarlo a feliz término. No hay nada sagrado ni milagroso en ello, es parte de su oficio y el poeta no debe creer que una decisión u otra lo conducirá hacia un mayor estamento de profundidad o belleza.El problema es hacer versolibrismo porque no sé un demonio sobre lírica clásica, no la entiendo, no “me interesa” (convenientemente) o no puedo. Es posible que no pueda yo explicar el contenido de mi obra, pero debo explicar la técnica que usé o, de otra forma, resulta que no usé ninguna y, simplemente, soy un negligente.Hemos tenido noticia que, durante la década del setenta, esta “negligencia” estuvo de moda. Había una razón fuerte: el desproporcionado conservadurismo de la clase burguesa de la época –que aquí puede quedar representada por los filólogos indignados con el Levi`s Classic-.Una religiosidad empecinada, una intolerancia proverbial, una autoridad absoluta cercenaban el fresco ingenio juvenil desde su médula, a través de dicharachos como “la juventud es un mal que se cura con los años”. Esa frase encierra no sólo una forma de pensamiento sino, además (¡qué gravedad!), una manera de entender la vida. Los jóvenes de esa época fueron feroces, se arrojaron contra los titanes y, algunos de ellos, salieron victoriosos.Pero su tiempo ha pasado. Aún incrédulos de su victoria, acucian su sueño paranoides temores: conspiraciones, desaparecidos, destrucción, conquista. Se suponen marginales aún, cuando, en realidad, ocupan las sillas del poder, la nueva academia.Su rechazo contra lo clásico es comprensible, pero superficial. Se niegan a profundizar en el paganismo clásico, pues asocian, desde su muy particular y limitada vivencia personal, al latín con la iglesia, al griego con los Evangelios, a Homero con San Agustín. Por supuesto, están equivocados.No obstante, siempre y cuando no empleen su poder inconfesado para obstaculizar la creación de los jóvenes artistas, su postura es comprensible y hasta dialogable.El verdadero terror lo constituyen aquellos mistificadores modernos que poco a poco heredan las sillas de poder de aquellos paladines de los setentas, endulzando con discursos socialistas a esos tristes vejetes asustadizos, ganándose su confianza, metiéndose en sus lechos revolucionarios, sin creerse una palabra de la arenga amorosa que han empleado.Pero, ¿por qué estas bajas artes de seducción utilistas?, ¿por qué este meretricio innoble? ¿Falta de talento? ¿Incapacidad para figurar, pues “quien es feo por dentro es feo por fuera, irremediablemente”? No lo sabemos, o sí lo sabemos pero no lo diremos.No creemos –como pretenden difundir estos autores falsamente “modernos”- que el uso de arcaísmos estéticos e, incluso, la misma palabra “estética” sean una solución fácil ante el problema de la creación artística. Creemos que dicho ejercicio propende de un conocimiento profundo del oficio y nada más. Cuanto más conocemos de la técnica, mayor es la calidad de la obra. El análisis de contenido le pertenece a los críticos y a los intelectuales. El escritor, el artista, trabaja en las sombras, para él, el mundo y su verdad, permanecen ocultos. Creemos muchas otras cosas más, pero, por ahora, basta de esto.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Y de estas cosas veréis si en esta casa os quedáis..


El pasado viernes 4 de diciembre, en el Auditorio de Agronomía, se estrenó, entre otros mucho, el cortometraje Carta a una señorita en París, de Manuel Mairena y René Valenzuela. El elenco está protagonizada por el joven poeta y actor José Pablo Medrano -cuyo blog aparece en los enlaces de éste.

Del filme diremos que el trabajo de edición y los planos finales son impresionantes. Particularmente, celebro la actuación de Medrano -con quien ya trabajé y confirmo mi acierto. Felicidades al bardo... que nos recuerda el cómo del verdadero aficio de poeta. Les dejo el link para que miren su actuación en el YouTube.

Carta a una señorita en París:

El viejo truco...





Una vez más, los medios de "comunicación" de nuestra patria disimularon esos hechos que resultan incómodos al status quo de las viejas cursis y los rocos machistas, polos con plata, polos sin ella, etc..., esa fauna archiconservadora y vacua que conforma su devota audiencia.

¡No importa! Acallar las voces ahora no es tan fácil... no cuando un güila de doce años paga C.250 y puede leer a Sartre, Baudelaire, Proust en el internet de la esquina... (más tarde, también por pura casualidad, se encuntra con uno en la clase de latín -merced de algún dios desconocido que no pierde su tiempo infinito en alimentar las llamas del odio y condenar esos "amores corruptos" que tanto enojan al otro dios más popular- y se conversa y se aprende mutuamente y la soledad se disipa, por un momento.

Por eso, publico estas fotos. Son fotos de un hecho que, según nuestros noticieros, jamás ocurrió. Hay que hacer la excepción con la página de Amelia Rueda (de allí me robé las fotos).
Sí... a semanas de ese hecho inocurrido, aún levanto mi copa de dolor y libo por la victora.