miércoles, 12 de diciembre de 2007

Lo clásico

Había prometido escribir unas cuantas palabras sobre este concepto. El lector encontrará este compromiso en el prólogo de "Alarma desompuesta". La intención es dar otra perspectiva, más que definir conceptos, como ya lo verá el lector. En todo caso, ¡vengan los comentarios!

Lo clásico


Primero que todo, advertimos lo penoso que resulta hacer unas aclaraciones tan básicas sobre este concepto. Nos vemos obligados, pues la confusión que entorno al término existe es pasto para que los “escritores” oficiales (académicos del país) alimenten su megalomanía y eyecten sus prejuicios a los discípulos.
Los filólogos de la vieja guardia saltan de espanto cuando se usa este apelativo para dar atributo a un refresco o a un partido de fútbol. A nosotros, las opiniones de la chusma no nos interesan y, por estar acostumbrados al constante ensuciamiento del arte, semejantes vulgaridades pasan inadvertidas, no les damos ningún estatus.
Claro es que no nos referiremos a esos escrúpulos caducos. Cuando hablamos de arte clásico, nos referimos al uso de técnicas prefijadas desde la Antigüedad –también a la experimentación a partir de ellas. Desde esta perspectiva, da lo mismo emplear un entimema “Apolo” que “Iavé” o “Vishnu” y hasta “Quetzalcoalt” o “Marx”. No es la ambientación lo que hace a un texto artístico clásico o no. Es el problema de la técnica creadora, un tema desconocidísimo para los escritores modernos, nos atreveremos a presumir, más adelante.
Medir versos o no medirlos es una decisión del poeta. Si ha decidido tomarse el enorme trabajo de inventar un nuevo metro, revolucionario ante los parámetros clásicos, bien por él. También puede decidirse a emplear la retórica clásica, acudir a sus rudimentos líricos y desarrollar su trabajo hasta llevarlo a feliz término. No hay nada sagrado ni milagroso en ello, es parte de su oficio y el poeta no debe creer que una decisión u otra lo conducirá hacia un mayor estamento de profundidad o belleza.
El problema es hacer versolibrismo porque no sé un demonio sobre lírica clásica, no la entiendo, no “me interesa” (convenientemente) o no puedo. Es posible que no pueda yo explicar el contenido de mi obra, pero debo explicar la técnica que usé o, de otra forma, resulta que no usé ninguna y, simplemente, soy un negligente.
Hemos tenido noticia que, durante la década del setenta, esta “negligencia” estuvo de moda. Había una razón fuerte: el desproporcionado conservadurismo de la clase burguesa de la época –que aquí puede quedar representada por los filólogos indignados con el Levi`s Classic-.Una religiosidad empecinada, una intolerancia proverbial, una autoridad absoluta cercenaban el fresco ingenio juvenil desde su médula, a través de dicharachos como “la juventud es un mal que se cura con los años”. Esa frase encierra no sólo una forma de pensamiento sino, además (¡qué gravedad!), una manera de entender la vida. Los jóvenes de esa época fueron feroces, se arrojaron contra los titanes y, algunos de ellos, salieron victoriosos.
Pero su tiempo ha pasado. Aún incrédulos de su victoria, acucian su sueño paranoides temores: conspiraciones, desaparecidos, destrucción, conquista. Se suponen marginales aún, cuando, en realidad, ocupan las sillas del poder, la nueva academia.
Su rechazo contra lo clásico es comprensible, pero superficial. Se niegan a profundizar en el paganismo clásico, pues asocian, desde su muy particular y limitada vivencia personal, al latín con la iglesia, al griego con los Evangelios, a Homero con San Agustín. Por supuesto, están equivocados.
No obstante, siempre y cuando no empleen su poder inconfesado para obstaculizar la creación de los jóvenes artistas, su postura es comprensible y hasta dialogable.
El verdadero terror lo constituyen aquellos mistificadores modernos que poco a poco heredan las sillas de poder de aquellos paladines de los setentas, endulzando con discursos socialistas a esos tristes vejetes asustadizos, ganándose su confianza, metiéndose en sus lechos revolucionarios, sin creerse una palabra de la arenga amorosa que han empleado.
Pero, ¿por qué estas bajas artes de seducción utilistas?, ¿por qué este meretricio innoble? ¿Falta de talento? ¿Incapacidad para figurar, pues “quien es feo por dentro es feo por fuera, irremediablemente”? No lo sabemos, o sí lo sabemos pero no lo diremos.
No creemos –como pretenden difundir estos autores falsamente “modernos”- que el uso de arcaísmos estéticos e, incluso, la misma palabra “estética” sean una solución fácil ante el problema de la creación artística. Creemos que dicho ejercicio propende de un conocimiento profundo del oficio y nada más. Cuanto más conocemos de la técnica, mayor es la calidad de la obra. El análisis de contenido le pertenece a los críticos y a los intelectuales. El escritor, el artista, trabaja en las sombras, para él, el mundo y su verdad, permanecen ocultos. Creemos muchas otras cosas más, pero, por ahora, basta de esto.

2 comentarios:

Armando dijo...

Es un punto de vista interesante. No es común -esto se acepta- que el arte se entienda como un oficio. Quizas el problema es que vivimos en una sociedad hipercapitalista donde se nos inculca (esto tiene que ver con la cultura) desde niños que existen cosas importantes, que son prácticas y cosas vanales, que, por lo general y como dice el análisis marxista, son bienes de producción simbólica. Esto es vergonzoso, pues con semejantes inclinaciones (habría que pensar mucho si esta palabra es realmente la correcta) ideológicas o ideosincráticas la cultura de un pais esta condenada a la enajenación más radical. No es cierto que a la gente le haya dejado de interesar el arte. Lo que ocurre es que no aceptan otras manifestaciones distintas de lo que nos viene de los EEUU. Y como en EEUU el arte significa (es decir lo que EEUU exporta al mundo y éste consume con avidez)unas películas mediocres llenas de efectos digitales, una dizque "libertad" de la expresión exagerada (claramente insustancial, pues no es libertal realmente sino puro caos con el cual nadie gana nada, menos conocimiento) y un código de valores idéntico siempre, que, al final, tiene la deidad omnipotente y única de la Democracia, según la idea erratica y falaciosa de los gobiernos gringos. Lo que al poeta de este ensayo le molesta es, sin duda, el enrarecimiento en el que cae la noción de poesía y arte en general. Tiene mucha razón, pues descubre una trera oculta: en río revuelto, ganancia de pescadores. Cuanto más enredado e ininteligible sea el arte, menos hará su función, la cual es poner a pensar a la gente y, a la vez, hacerla más sensible. La gente "básica" es mucho más facil de engañar y hacer que la gente se cultive es un proceso de seducción donde el arte es experto. Un arte malo o insignificante o, poer aún, un arte que se llama así sólo porque... ese nombre le puso alguien, quien sea, es una estrategia para el embrutecimiento generalizado. Muy útil a estos "pescadores", que no son otros sino los políticos corruptos de este país. Menos mal, hay gente lúcida que se da cuenta de esto y que lo combate, como debe ser: con honor, verdad y dedicación. Los otros textos que hay aquí demuestran que el autor, Luis Antonio Bedoya, es una persona muy valiosa en el terreno cultural. Es el colmo que uno sepa de él por causualidad, teniendo en cuenta la cantidad de programas inbéciles de televisión, los libros pésimos que se publican, los artículos moralizantes de los periódicos y toda la plata que se gasta en estas cosas que jamás deberían ser difundidas; mientras que un poeta como Bedoya, que es capaz de escribir un cuento como "Alarma descompuesta" que es un poema en prosa bellísimo por su profundidad, tenga que encontrárselo uno en cualquier sitio de la red, entre incomodidades para leerlo y entenderlo. En fin, felicidades por su obra, maestro Bedoya. Si quiere mantengamos correspondencia o conozcámosnos para seguir hablando.

Armando

Mato & Gutmeister dijo...

lo que pasa es que hay que empezar a educar a los jovenes artistas fuera de una academia academica de esta epoca....o sea a donde les este prohibida la entrada a todos esos mediocres setenteros educadores y malformadores que existen!!!..y si entran es para ver los que NO HAY QUE APRENDER!!!...lastimosamente hay pocas nuevas escuelas de arte..no estoy muy informado sobre su calidad...pero habria que emprezar asi...lo digo por que yo tambien he sido victima de esta vivencia epocal tan presente en el pais...a por profesores y todo el medio oficial, intente practicarla por que pense que asi era y definitivamente lo más que aprendi fue a no perder tiempo y dinero en manifestaciones pseudoartísticas...que por cierto son lo 'mas moderno y cool" entre la gente joven...