lunes, 28 de diciembre de 2009

Laetae Saturnales!!! Ave Bacche!

Seguramente se debe a que en mi niñez lo vi demasiadas veces en Teletica Canal 7, siempre con usteeeeed! No margino el hecho de que los actores de Hollywood también lo hacen y yo, como cualquier otro artista, los envidio a causa del mundo. Quizás influya el hecho de que mis amigos, aun los más duros, lo han hecho también. Revistiéndolo de paganismo y con toda pompa (comienza a sonar aquí los Himnos de Coronación de Händel) y ocasión... ¡Saludos a todos mis lectores! Ahora, una conspicua lista de gratitudes que debió ser mucho más prolija:

Asterión (Gustavo Solórzano Alfaro), gracias por tu regvla frecuentis y tu asidua lectura de mis disparates; por tus tres libros publicados este año (¡Joder!), por tu hermandad que me honra y exige.

Cris Arias (como él mismo), un abrazo por regalarme esa maravillosa portada para Relatos Paganos, mi futuro libro, publicado por la UNED; por ser, a la brava, el corifeo más sexy en el drama poético, Himnos Sacros y Canciones Paganas, de marzo pasado; por tu casa, Altamira, donde yace y fluye la verdadera vida. Por tu corazón altivo, por tu grandeza y tus cuadros, puertas a los jardines del Hades, gracias.

José Pablo Medrano (dandy irreprochable), todo mi afecto. Nadie como vos puede arrojar luz verdadera sobre los miasmas de este mundo triste. Gracias por tus poemas y tu inclaudicable e indiferente lucha contra las hordas oscuras. Por ser mi poeta en Himnos Sacros y Canciones Paganas… y ya, que no encuentro manera de celebrar con suficiente dignidad tu gallardía y arrojo. Salud, mi Orfeo!!!

A los 80 valientes de la Contramarcha (ejército de la luz), por devolverme la fe en este pueblo de labriegos sencillos, eterno prestigio, etcétera, etcétera.

Meylin Vargas (la lúbrica sempiterna vestal), un beso por haber hallado esa piedra filosofal que alquímicamente transformó a unos güilas revoltosos y magníficos en los severos actores de mi tragedia Seleme, estrenada en abril. Por tu valor, hermana, que nadas próxima, gracias.
A esos güilas revoltosos y magníficos, actores trágicos, dioses y sátiros, ninfas y pastores: Esteban Chacón, Tsáitami Ordóñez, Adolfo Granados, Camila Leitón, Camilo González, Marcela Núñez, Marcia Brenes, Valeria del Valle y Héctor Morales.

Alexánder Obando, cuyos comentarios constantes e inmerecidos me levantan de mi lecho indolente y me conducen, de una oreja, al scriptorium; cuya novela Canción a la muerte de los niños –obsequio del Monstruo del Laberinto- no me deja en paz; cuya poética y pensamiento inspiran peligrosamente. Por tu brazo en la batalla, ¡General!, gracias.

Basil (gualdo lebrel), por no morirse, habiéndome de otro modo entristecido sin consuelo.

Mato Alfaro Méndez (Pel, Cuil, etc…), gracias por ser el corazón de mi casa y el concluyente y definitivo elemento de esta hermosa familia disfuncional y anatemática, cuya fotografía finaliza la página de los amigos. Gracias por todo lo que un ser humano miserable como yo podrá agradecer en una vida.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Candelillas I

Pregunta:
¿Qué entiende un estudiante de derecho de la Escuela Libre de Derecho cuando mira una edición de Les fleurs du mal, en pasta de cuero?

Respuesta:
Mira una Bilblia.

Conclusión:
Para este joven estudiante prontísisisimo a graduarse Magna Cum Laudes y que conduce un flamante Mitsubishi (Diamante, en coreano) Eclipse:

a) un libro que muestra ilustraciones por fuera, es un libro de cuentos para niños.
b) un libro que muestra fotografías en su portada, es una novela de Dan Brown.
b.1) si las fotos muestran espadas o castillos, obra de Tolkin o J.K. Rowling.
c) un libro que muestra una cubierta de cordero, con letras en cara y lomo, sin fotico alguna, es, indefectiblemente, una Biblia.

Más conclusiones ad hoc:
En efecto, la obra de Baudelaire es una biblia, pero a Satanás.

Reacción del joven estiudiante de Derecho:
Aaaaaaaa.

En definitiva:
Para el joven estidiante de derecho, un libro sin fotos ni ilustraciones y, encima, cubierto por cuero de animal, sin importar un bledo el grosor, es una BIBLIA.

Veredictum:
El joven estudiante de derecho tiene, equivocadamente, razón: Charles Baudelaire es el gran profeta de nuestra era y Les fleurs du mal, su libro sacro.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuadernos Reloaded!!!

Da un poquillo de pena. Pero, como decía Glenn Close, "es como el dolor, sólo se siente la primera vez". He decidido reeditar algunos artículos que había escrito hace años. Ante todo, porque nueva y saludablemente se ha vuelto a abrir la vieja discusión sobre qué es la literatura costarricense, sus rasgos inherentes, diferenciales... su especificidad, como dice el diccionario de Santa Sociocrítica (la SS). Esa idea imbécil de que lo costarricense es esto o esto otro ya nos tiene a los creadores modernos bastante cansados. Aún más, cuando se declaran desiertos premios importantes, como el certamen UNA Palabra, que ahora se llama, NingUNA Palabra, desde que Carlos Francisco Monge y sus secuaces decidieron que más de treinta poetas nacionales y extranjeros escribimos pura MIERDA. Sin conocer el inapelable criterio de este y demás genios de la crítica literaria costarricense, podemos aventurarnos y creer que el dictámen se basó en la presencia o no de los costarriqueñismos aquíleos, las escenas de aguadulce y pejibayes, lo chiquitico y claritico pal pueblitico, la (pseudo)crítica de interés social y demás hipócirta MIERDA. Ahora que, bien escrito, uno puede hacer de todo... El problema es A) cuando el jurado no sabe qué está bien escrito y qué no, B) cuando el jurado sólo conoce un compendio limitado de clichés instaurados por la raquítica academia de las letras ticas: La Academiitica. Por eso, hay que reeditar... a ver si así, alguien escucha.
Esta es, pues, la primera entrega de mis Greatest Hits. Apenas encuentre el resto, continúo. Es como The best of... y esas cosas. Como estamos en año nuevo... :)

Lo Clásico
Primero que todo, advertimos lo penoso que resulta hacer unas aclaraciones tan básicas sobre este concepto. Nos vemos obligados, pues la confusión que entorno al término existe es pasto para que los “escritores” oficiales (académicos del país) alimenten su megalomanía y eyecten sus prejuicios a los discípulos.Los filólogos de la vieja guardia saltan de espanto cuando se usa este apelativo para dar atributo a un refresco o a un partido de fútbol. A nosotros, las opiniones de la chusma no nos interesan y, por estar acostumbrados al constante ensuciamiento del arte, semejantes vulgaridades pasan inadvertidas, no les damos ningún estatus.Claro es que no nos referiremos a esos escrúpulos caducos. Cuando hablamos de arte clásico, nos referimos al uso de técnicas prefijadas desde la Antigüedad –también a la experimentación a partir de ellas. Desde esta perspectiva, da lo mismo emplear un entimema “Apolo” que “Iavé” o “Vishnu” y hasta “Quetzalcoalt” o “Marx”. No es la ambientación lo que hace a un texto artístico clásico o no. Es el problema de la técnica creadora, un tema desconocidísimo para los escritores modernos, nos atreveremos a presumir, más adelante.Medir versos o no medirlos es una decisión del poeta. Si ha decidido tomarse el enorme trabajo de inventar un nuevo metro, revolucionario ante los parámetros clásicos, bien por él. También puede decidirse a emplear la retórica clásica, acudir a sus rudimentos líricos y desarrollar su trabajo hasta llevarlo a feliz término. No hay nada sagrado ni milagroso en ello, es parte de su oficio y el poeta no debe creer que una decisión u otra lo conducirá hacia un mayor estamento de profundidad o belleza.El problema es hacer versolibrismo porque no sé un demonio sobre lírica clásica, no la entiendo, no “me interesa” (convenientemente) o no puedo. Es posible que no pueda yo explicar el contenido de mi obra, pero debo explicar la técnica que usé o, de otra forma, resulta que no usé ninguna y, simplemente, soy un negligente.Hemos tenido noticia que, durante la década del setenta, esta “negligencia” estuvo de moda. Había una razón fuerte: el desproporcionado conservadurismo de la clase burguesa de la época –que aquí puede quedar representada por los filólogos indignados con el Levi`s Classic-.Una religiosidad empecinada, una intolerancia proverbial, una autoridad absoluta cercenaban el fresco ingenio juvenil desde su médula, a través de dicharachos como “la juventud es un mal que se cura con los años”. Esa frase encierra no sólo una forma de pensamiento sino, además (¡qué gravedad!), una manera de entender la vida. Los jóvenes de esa época fueron feroces, se arrojaron contra los titanes y, algunos de ellos, salieron victoriosos.Pero su tiempo ha pasado. Aún incrédulos de su victoria, acucian su sueño paranoides temores: conspiraciones, desaparecidos, destrucción, conquista. Se suponen marginales aún, cuando, en realidad, ocupan las sillas del poder, la nueva academia.Su rechazo contra lo clásico es comprensible, pero superficial. Se niegan a profundizar en el paganismo clásico, pues asocian, desde su muy particular y limitada vivencia personal, al latín con la iglesia, al griego con los Evangelios, a Homero con San Agustín. Por supuesto, están equivocados.No obstante, siempre y cuando no empleen su poder inconfesado para obstaculizar la creación de los jóvenes artistas, su postura es comprensible y hasta dialogable.El verdadero terror lo constituyen aquellos mistificadores modernos que poco a poco heredan las sillas de poder de aquellos paladines de los setentas, endulzando con discursos socialistas a esos tristes vejetes asustadizos, ganándose su confianza, metiéndose en sus lechos revolucionarios, sin creerse una palabra de la arenga amorosa que han empleado.Pero, ¿por qué estas bajas artes de seducción utilistas?, ¿por qué este meretricio innoble? ¿Falta de talento? ¿Incapacidad para figurar, pues “quien es feo por dentro es feo por fuera, irremediablemente”? No lo sabemos, o sí lo sabemos pero no lo diremos.No creemos –como pretenden difundir estos autores falsamente “modernos”- que el uso de arcaísmos estéticos e, incluso, la misma palabra “estética” sean una solución fácil ante el problema de la creación artística. Creemos que dicho ejercicio propende de un conocimiento profundo del oficio y nada más. Cuanto más conocemos de la técnica, mayor es la calidad de la obra. El análisis de contenido le pertenece a los críticos y a los intelectuales. El escritor, el artista, trabaja en las sombras, para él, el mundo y su verdad, permanecen ocultos. Creemos muchas otras cosas más, pero, por ahora, basta de esto.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Y de estas cosas veréis si en esta casa os quedáis..


El pasado viernes 4 de diciembre, en el Auditorio de Agronomía, se estrenó, entre otros mucho, el cortometraje Carta a una señorita en París, de Manuel Mairena y René Valenzuela. El elenco está protagonizada por el joven poeta y actor José Pablo Medrano -cuyo blog aparece en los enlaces de éste.

Del filme diremos que el trabajo de edición y los planos finales son impresionantes. Particularmente, celebro la actuación de Medrano -con quien ya trabajé y confirmo mi acierto. Felicidades al bardo... que nos recuerda el cómo del verdadero aficio de poeta. Les dejo el link para que miren su actuación en el YouTube.

Carta a una señorita en París:

El viejo truco...





Una vez más, los medios de "comunicación" de nuestra patria disimularon esos hechos que resultan incómodos al status quo de las viejas cursis y los rocos machistas, polos con plata, polos sin ella, etc..., esa fauna archiconservadora y vacua que conforma su devota audiencia.

¡No importa! Acallar las voces ahora no es tan fácil... no cuando un güila de doce años paga C.250 y puede leer a Sartre, Baudelaire, Proust en el internet de la esquina... (más tarde, también por pura casualidad, se encuntra con uno en la clase de latín -merced de algún dios desconocido que no pierde su tiempo infinito en alimentar las llamas del odio y condenar esos "amores corruptos" que tanto enojan al otro dios más popular- y se conversa y se aprende mutuamente y la soledad se disipa, por un momento.

Por eso, publico estas fotos. Son fotos de un hecho que, según nuestros noticieros, jamás ocurrió. Hay que hacer la excepción con la página de Amelia Rueda (de allí me robé las fotos).
Sí... a semanas de ese hecho inocurrido, aún levanto mi copa de dolor y libo por la victora.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Un desfile a favor del ODIO y en nombre de Dios


¡Oigan esto, gente sensata!

El Observatorio por la Vida y la Familia… organización ecuménica, convoca a una marcha en contra del aborto y las uniones gay.

(No sabemos qué tiene que ver una cosa con la otra. Ellos sí. Pues si involucramos el aborto con esos maricones… suena más tremendo.)

Vestidos de blanco, muchos costarricenses que “temen oponerse abiertamente contra la existencia y práctica de la homofilia” pondrán su granito de arena en esta lucha sempiterna contra el mal.

¿Y la verdad? La Iglesia, como principal órgano represivo en Costa Rica, ha logrado enajenar la conciencia de miles de costarricenses, a través de sus campañas regulares de estupidización masiva (como ésta que se celebrará el próximo sábado), su infierno terrible y su damnación impenitente. Arrean a esta pobre gente, la visten de blanco y –puro Minor Calvo- la obligan a marchar sobre la dignidad de sus propios hermanos.

¿Se le olvida a los grupos fundamentalistas religiosos la de escándalos que han protagonizado en los últimos años? ¿Se les olvidan las mismas teas de Minor contra el encuentro de trabajadoras del sexo? ¿Olvidan la escenita de ese mismo curita en La Sabana… solicitando prostituto?


¿Olvidan al Padre Enrique y su Hora Santa? ¿Desde dónde la transmite ahora? ¿Aruba? ¿Bahamas?


Sería imposible hacer síntesis de todos los pastores millonarios que experimentan epifanías donde se les anuncia a cuál chiquilla de la congregación deberán desflorar…
Los ticos no somos idiotas… Olvidadizos, quizás… perezosos… pero no idiotas. Estos conquistadores con sus cristos clavados deberían dejar de jugarse ese número de los espejitos.


Para los creyentes, este antiguo monaguillo –¡tranquilos! ningún cura me violó-, que creció leyendo la mitología judeocristiana y que conoce la Biblia hasta en latín les quiere decir algo:
La religión del Cristo se resume en una palabra: amor. Amor en todas sus formas… amor indefinido, amor ilimitado… AMOR en esencia… nunca explica cuál en particular, nunca excluye un tipo de amor ni dice que “este” o “aquel” es mejor.


Cuando una iglesia nos dice que hay que repudiar, que hay que excluir, que HAY QUE JUZGAR… esa iglesia no tiene nada que ver con el hombre que murió por amor.
En los Evangelios van a encontrarse un pasaje donde Jesús madrea a los Fariseos y Escribas del templo:

“Y vosotros… fariseos, hipócritas… sois como ataúdes blanqueados, que por fuera os mostráis lustrosos y pulcros pero que por dentro estáis llenos de toda clase de suciedad y corrupción”.

Acuérdense que fueron esos fariseos los que se encargaron de conspirar hasta colgar al hombre que dijo estas palabras en una cruz romana, como una chuleta.

No permitan, gente, que los obliguen a marchar de fariseos. Noten la similitud que hay con esos curas y pastores que dicen tener la verdad. Los Evangelios nos enseñan que la religión de Jesús es de los sencillos, de los pobres, de los abandonados, de los perseguidos… no de los príncipes de Roma, no de los millonarios pastores que se cogen a sus hijas, no de los curas nauseabundos que violan muchachitos porque no son SUFICIENTEMENTE VALIENTES PARA MOSTRARSE EN LAS CALLES CON OTRO HOMBRE DE LA MANO.

Dicen los Evangelios también que todos somos hermanos… ya sea que vayamos a tal o cual iglesia, ya sea que como buenos gentiles no vayamos a ninguna.
Acuérdense del mandamiento nuevo que, según el mismo que lo propuso, supera a todos los otros:

¡Amaos los unos a los otros!


¿En qué lugar de esta frase dice que hay que excluir, que juzgar, que hay que odiar?
Recuerden los Salmos, el pasaje de Jonatán… ¿Dice allí que hay que odiar a las personas que aman a su propio género? Creo que no.

Y en todo caso…

La gente sensata de este país no va a permitir este desfile del Kukluxklan. Vamos a estar en la Plaza de la Democracia y vamos a alzar la voz, vestidos de colores, de los colores de la vida.
Y para terminar: a los organizadores de este desfile del Odio. Unas palabras de alguna de sus anteriores víctimas… Vamos a ver… a quién escoger… Lorca, Tchaikovsky… Oscar Wilde… ¡Lo tengo!

¡El misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte!

Oscar Wilde.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Delete templum...

Hará como un año que terminé de escribir un poema largo llamado "El sol". En el recital Himnos Sacros y Canciones Paganas aparecieron varios fragmentos de la obra. Hoy, transcribo una sección breve. Es la escena en que el disco desviado por Céfiro o Eolo golpea la sien del muchacho. Apolo llora sobre el cuerpo, mezclando lágrimas con la sangre de su amado, para crear una flor que lo recuerde.
(El lamento de Apolo)
“Llevad de aquí, oh Furias, tu apestado aliento,
oh Mares, arrojad, luego, aquí, a mi corazón, tu acérrimo soplo;
clamad, vos, conmigo, viento gimiente, mi demente espanto,
cual si plegásemos al mismo Ida.

¡Ved, oh Hespérides silenciosas, a Jacinto yaciente!
¿Nadie socorrerá a un dios, oh rigor?

He aquí que mi verso, fatigado y yermo,
no te libró de tan horrible rapto, y no crecerás ya,
igual que un robusto tronco, sus ramas a los dioses…
sino yacerás, simiente de abrojos y líquenes grises.

Para ti, bárbaro brutal, tengo tu hora y habré de reír
mirando tu calavera calcinada por mi rayo vengativo.

Mas, poco importan las mortales cenizas si las divinas
de mi corazón van por el ancho mundo esparcidas
y ya nada de ellas queda.”

Oportuno poema, en tiempos y países donde aún marchan las hordas juedocristianas agitando sus antorchas encendidas y su cilicio de culpa por las calles del verano. ¡Ja! ¡Mal rayo los parta! ;)

martes, 10 de noviembre de 2009

¡La vida bonita! ¡La vida bonita!

Es la doctrina de Epicuro bien entendida –no imaginar a Epicuro obeso, ebrio y decadente per se; es mirarlo obeso, ebrio y decadente por no poder estar él satisfecho, alegre y ser valiente. Para vivir bien -bien, en el sentido nietzscheano- hay que ser un temerario. No queda alternativa. Esa falta de alternativa no es ni debe parecer un aliciente a nadie. Es una pena, una inevitable pena. También decía Baudelaire en esa misma obra: hay que estar siempre ebrios: de vino, de virtud, de poesía, a vuestro antojo. Nótense las posibilidades.

La opción contraria: falta de erotismo, abstemia, pragmatismo obsesivo, conduce a la enfermedad del alma. La gente mira el hastío no como al enemigo que es sino como un bien doloroso, hijo del sacrificio, hermano de la buena reputación, suegro de la responsabilidad… ¡Toda una parentela tenebrosa! No pocas veces he sido testigo de este deterioro espiritual (mis amigos, los psicólogos, le llaman con un tecnicismo: depresión). Es así como parientes y conocidos enteramente sanos terminan haciéndose adictos a los programas de televisión amarillistas, a los periódicos –toda clase de ellos-, a las religiones –toda clase de ellas-, a las enfermedades, CCSS, a la automedicación, a los obituarios, catástrofes, sucesos, etc. ¡Cuánto menor daño les harían las drogas comúnmente ilegales! Y aunque el daño fuere el mismo, por lo menos la piedad de éstas con su menor tardanza ¿no mejora las sutiles larguezas de aquéllas?

En efecto, considero que el daño del opio material no supera el del etéreo morbo del hastío.

 No soy ingenuo sobre las dificultades de renegarse contra la moral mediocre de un pueblo supersticioso. Es claro que, al igual que el triste inquilino buadelaireiano del piso alto que dejó caer objetos contundentes sobre el vidriero convencional aquél, es menester un enorme aplomo, un deseo de transcender el dolor y una valentía aquilea. Mas, ¿si no podemos detentar esas virtudes, nos es también vedado soñar con ellas? ¿No podemos hacer esporádicos simulacros de alegría? ¡Salvarnos de la atroz adicción al sufrimiento?

Ante este mal, no veo un remedio más allá del eros. El eros que no ha sido corrompido por la culpa, que no se ha escindido de su naturaleza material. Allá donde vino y opio no se distinguen de los ornamentos, tocados y galas de un tálamo –quizás efímero.  

domingo, 8 de noviembre de 2009

Alicias en el país de los pedantes

He conocido una serie de caballeros compatriotas que a menudo visitan Europa. No son miembros de la pujante burguesía del país. La verdad, ocupan puestos modestos que –gracia de nuestro sistema democrático- les reditúan lo suficiente para financiar su caro periplo.
Por supuesto, el esfuerzo no es poco: involucra once meses de permanencia ininterrumpida en el hogar, sin derecho a visitas. Para evitar el abochornante enclaustramiento y la risa burlona de los vivos, estos caballeros se refugian en el último reducto de la moral destinada a las señoras, de modo tal que hacen parecer ese predicamento un acto encomiable. Así pues, este razonamiento que resulta es: no salgo porque soy un caballero formal, no me gusta salir, ¡me repugna! (lo cual obliga a suponer que la gente que va a los clubes es incorrecta), soy un dechado de virtud, soy un hombre responsable.
La verdad es que nuestro héroe está ahorrando hasta el último cinco para embarcarse al Viejo Mundo.
Ahora, bien. ¿Cuál es la gran pregunta? Hela aquí:

¡¿!¿Para qué quiere ir este insigne y moralmente correcto caballero a Europa?!?!

La pregunta se plantea no sin fundamento. Pues conocemos que este caballero, como todos esos caballeros, no conoce un pito de la cultura, historia, tradición, folclor, arte, literatura, etcétera de Europa… ni de ninguna otra parte. Van al Louvre no porque amen a Da Vinci o Delacroix, sino porque incrementa su estatus –mucho más que si fueran a Miami aunque no más que si hubieran visitado también la biblioteca municipal de su pueblo alguna vez en sus vidas. Van a Europa para lucirse, para parecer cultos, pues no lo son en absoluto. No entienden nada de lo que miran, de las fotos en Venecia o en Brandemburgo que colocan en su FaceBook, no se entienden ante el Tíber, les da lo mismo un acueducto romano que una montaña rusa; el deseo del retorno comienza a quemarles cuando la memoria de la cámara comienza a llenarse. Bien lo decía Abelardo Bonilla cuando afirmaba que todo tiene que ver con la apariencia, con el espectáculo: en el gran teatro de Costa Rica debo representar mi papel así tenga que financiarlo yo mismo.
Gente que no disfruta de la vida por obedecer la moral más opresora e imbécil de todas: el qué dirán.
Conozco a muchos caballeros así. Su soledad es ominosa, su absurdidad apabullante, su influencia nefasta. Lo único que los protege del ridículo y los vituperios de los jóvenes es su condición tan patéticamente vulnerable. Es el modelo de joven soltero para la Costa Rica moderna. Dios se apiade. Satán los fragüe.

Nuevos aires

RURSUS IN URBE! ¡Otra vez, la gran prostituta! Y el ánimo ma ha rendido para entregarme a su oscura voluptuosidad con licenciosidad y urgencia. !Uf! ¿Eso es todo?

Noviembre es el mes anunciado para el alumbramiento (que curioso tono adquiere esta palabra dicha en este lugar) de los Relatos Paganos. Aún no tengo certezas de la fecha exacta, pero sí una exquisita portada, obra de mi gran amigo y pintor, Cris Arias, el de los pies ligeros y la cabeza muy dura -por cierto, todos esperamos que se recupere de su accidente de seis metros de altura. La editorial es la EUNED, no tiene prólogo y dedico mi primer libro a mis tres hermanos. Ecce imago!

domingo, 2 de agosto de 2009

Verano


Si hubiere algo que los ticos compartieren -quiero decir, todos los ticos, no sólo la gentuza que monopoliza ese gentilicio- sería el amor por el verano. Es un tiempo providencial. Mejor que la primavera de los países nórdicos o que los calores tropicales de las islas. En ocasiones, tienta creer que es el mejor clima del mundo, la única verdadera estación beatífica. Acaso, lo sea.
Sin embargo, nuestro verano es un fenómeno muy frágil. No obedece a causas meteorológicas grandes, si no que es producto de los accidentes telúricos y de los elementos del paisaje. Me explico:
Las corrientes heladas de los alisios septentrionales viajan por el atlántico como grandes masas de humedad. Al llegar a la costa Caribe de nuestro país, dicha humedad se estrella contra la gran cordillera de Talamanca y los densos bosques que ella cubren beben del viento hasta dejar los alisios secos, antes de que éstos se abran camino al Valle Central. Ahora, una corriente seca y fría disipa las nubes, como la música a los pensamientos oscuros. Sin embargo, los bosques nubosos que otrora cobijaban a la gran Talamanca, han sido mutilados con avidez y ya la pared boscosa no puede absorber las mismas cantidades de líquido. Por eso, el verano apenas llega a nuestra tierra. Por eso un día nos quedaremos sin verano, que es -tal como están las cosas por aquí- como quedarse sin patria, sin ganas de soñar, sin nada que perder o por qué seguir aquí.

martes, 21 de julio de 2009

El arte, la gente y la peste

Cuando, indefectiblemente, descubrimos que algo nos molesta en el alma a los artistas, que algo nos está lacerando queda aunque constantemente, comenzamos impetuosamente a buscar ese algo, ese bicho, esa espina.

Encontramos, claro, más de una:

La educación del pueblo, que excluye el arte, como materia básica, por ejemplo. De esa manera, tenemos a una población analfabeta en cuestiones artísticas; pero ¡más grave aún!... una población que no ha desarrollado su sensibilidad (que para eso es el arte). A la luz de las nuevas teorías pedagógicas, es terrible que un sector tan importante de la inteligencia no se desarrolle. Pues, aquí ocurre.

El entretenimiento que se concede a este pueblo de labriegos sencillos, eterno prestigio de estima y honor :S es uno muy básico. Siempre recuerdo el asunto del humor. Si analizaremos con cuidado los números de Les Luthiers y los comparamos con los de, por ejemplo, La media docena, uno queda anonadado. Porque reír con Les Luthiers es muy distinto a reír con La media docena, tal parece (claro: para los que pueden reír con este último grupo.). Sin embargo, los medios ven en este grupo “talento” y les abren las puertas. Por otra parte, llama mucho la atención que en los bares, a esos carajillos (o no tan carajillos) que tocan o medio tocan la guitarra les dé por cantar a Silvio Rodríguez a la par de Sin Bandera o (hasta da miedo decirlo) R. Arjona (¡Mal rayo lo parta!).

La cuestión será ¡complacer al público! Seguro que al público no le gustan esas cosas como Les Luthier o Silvio, son difíciles de entender y sofisticadas y elevadas y muy tuyú y sólo para los que se las tiran de intelectuales y no para labriegos senciellos eterno prestigio de estima y honor…

Entonces, ¿si al público no le gusta Les Luthiers ni la VERDADERA trova, por qué ese mismo público manifiesta que, en efecto, le gusta Les Luthiers y la trova cuando consume su obra? Incluso, los conciertos archipesados que hace la Sinfónica en las iglesias de pueblo, ¿no abarrota ese mismo público la iglesia? Con sus rechiflas vulgares y sus güilas gritones, pero asisten.

Los medios de comunicación deberían valorar ese extraño fenómeno, con el urgente fin de que cambien su perspectiva del “talento”.

Sigo removiendo espinas y me encuentro una con veneno añadido.

Es un hecho que el artista no se porta bien. No es un ejemplo de moralidad y responsabilidad (en el sentido del capitalismo dependiente, como el nuestro). Y no afecta este comportamiento el artista por pose, por jugar de vivo, por sentirse muy bohemio… es decir, no el verdadero artista, el que se mata en su taller, en su escritorio, sin la garantía de nada a cambio, ante un panorama tan desolador. El artista no sigue las ordenanzas morales de una sociedad enajenada y esclavizante, pues posee un espíritu sensible que le ha revelado esas aberraciones y, desde aquella misma región sensible las combate. Es que el artista libera al arte y el arte libera al hombre.

¿Entramos al tema del poder? Sí. Poder que la educación y los medios favorecen. También algunos “artistas” por paradójico que resulte. De ellos no hay que hablar.

Pero el pueblo no es tan devoto de la educación, lo sería más de los medios de comunicación, pero… la espina va un poco más hondo… Si no estudiás vas a un Call Center, podés traicionar tu programa favorito… Nadie te va a castigar por eso… ¿A quién le molesta tanto que el ser humano desarrolle su naturaleza sensible? ¿Por qué los artistas no captamos a la gente? ¿Nos faltan los medios, el interés? ¡Interés! ¡Como si el anonimato no fuera la condenación del artista!

Hay un enemigo oculto. Uno que sabe luchar con la materia del arte que son los símbolos… La espina está muy profunda.

No sé si es así en otros países, pero en CR la Iglesia es el principal instrumento represivo. Ningún otro orden de poder es mayor ni tan aplastante. Ninguno otro promueve más la enajenación y ausencia de criterio. En un país confesional, los artistas son dogmáticamente vituperados, ridiculizados y, principalmente, silenciados. Son considerados personas inmorales, descreídas, peligrosas.

Los medios apoyan a la Iglesia, la educación enseña religión. La cultura entera del país está supeditada a la institución eclesiástica. Se ha establecido como válido, verdadero y justo. Todavía no sabemos por qué. Ni por qué, en tiempos de peste, un millón de personas van a inundar a la pobre Cartago, una vez más, con sus ruegos y lamentos.

Así, pues… Presiento que la espina más honda de todas es la iglesia y su función cultural de levantar anatemas y condenas contra las expresiones libres, de abrir abismos de intolerancia y prejuicio.

Quisiera equivocarme y que alguien me proporcionara una estampa donde viera una alegoría de la Iglesia apoyando al artista y su sagrada labor de abrir las mentes y los corazones al conocimiento y diálogo con la naturaleza de las cosas.

Presiento que me quedaré esperando.

martes, 14 de julio de 2009

Credo quia absurdum est!

Acabo de descubrir que escribir en un blog es una tontería. La razón es sencilla: quienes frecuentan estas páginas son escritores, no son lectores. Esa es la única razón. Por eso nadie lee. Se leen los amigos, los amigotes, los amiguetes, lo publicistas, los novios, los compañeros. ¡No más cuentas!
Empiezo a temer que este ejercicio se parece mucho a los “grupitos” literarios: leerse entre conocidos, codearse, hablar entre dos, bipartidismo a lo sumo…
Nadie busca literatura o filosofía… sólo gente que conoce, que anda por ahí con ideas caseras, conocidas, previamente discutidas, favorecidas o encontradas, no importa.
Eso le pasa a uno por creer que existe verdaderamente un medio democrático, cuando a nadie le interesa la democracia del conocimiento.
Es oneroso tener que matricularse en un lenguaje para poder expresar… cuando el lenguaje ha sido la obsesión de la vida.
¡Si por lo menos uno consiguiera sexo, como en los perfiles!
El problema es grande. No estamos llegando donde deberíamos llegar.
La literatura sigue siendo una actividad de ratas de biblioteca… nadie fuera de esas paredes la ama ni la respeta. Estamos fallando.
Lo cierto es que nadie quiere acertar… A ninguno de nosotros ¡petulantes escribidos! le interesa ponerse el bombín de juglar. Tanto odiamos a los legos, a los zafios… al público. ¡Pobre de nosotros! Absurdos juguetes del orgullo.
Algo bien cursi: meto, otra vez, este mensaje en la botella. Fuck!

lunes, 13 de julio de 2009

Joven

La juventud es lo más hermoso de la vida. Nada se compara con ella, ni la posición ni el dinero ni la experiencia. Ser joven es la única razón de vivir, el único sentido de la vida.

Con una triste sonrisa y un tanto cabizbajo, estos pensamientos ocupaban mi atención, sustrayéndome al mundo. Con dolor constataron mis ojos que ese rostro reflejado por un bronce no era ya el de un muchacho alegre sino el de un hombre maduro y lleno de culpables alegrías. No me reconocí en él. Razones como estas me conmueven y han marcado una tendencia en mí: casi nunca disfruto de la compañía de personas mayores y jamás con la de viejos… la única excepción es la señora Carmen Güell, la única dama decimonónica en el sacro sentido que conozco y, acaso, existe. Las personas que tiene la desgracia de compartir mi edad me parecen, con tres salvedades hasta hoy conocidas por mí, lo más execrable de la raza humana. (Hace no mucho, me vi obligado a saludar a gente del colegio y casi desmayo de la impresión).

Sólo me complace compartir mi tiempo con la gente joven. Son los únicos que entienden mi obra, mi humor y mi sentido de la belleza y el placer. Por supuesto, me siento ridículo al pararme junto a su frescura y belleza, pero es un dolor que reconozco necesario y acepto.

Tengo 34 años. Para ellos, Luis Antonio Bedoya fue a la escuela con San Isidoro y asistía a los conciertos de Bach. Cuando me preguntan algo de la vida de un autor o filósofo, inconscientemente creen que lo conocí personalmente… cuando era joven. Son, no obstante, tan dulces que jamás abandonan en mi camino a la sombra.

Debo, sin embargo, reconocer, no sin cierto dolor, que los más pequeños han sido cruelmente embaucados por sus mayores, al punto de hacerlos creer una realidad que no existe. Los han hecho creer que los méritos no existen. Sus padres, incapaces en el terreno de la enseñanza, les han concedido caprichos necios y estériles… por ello, estos dulces niños han llegado a creer que, allá afuera, todo se les concederá.

Todo el mundo tiene miedo de los viejos. Yo, también. Ahora que soy uno de esos monstruos, me doy cuenta. Pero estos jovencitos no tienen miedo. Al principio admiré este comportamiento, pues me parecía un acto de valentía. Luego, descubrí que era un fruto de la más pueril ignorancia. Pobres niños que jamás fueron alertados del peligro que representan los viejos. ¡Qué infame recuerdo para sus padres que únicamente les enseñaron a temer de la vejez, su lascivia y su exceso!

Por eso, algunos se han acercado. Han creído que la cortesía, las maneras, el conocimiento, el talento y aún, el afecto, son suficientes en el mundo de los viejos. Creen que todos los viejos son doncitos bonachones como papi y mami, dulces ancianitas como la tita o agradables esclavas como la empleada. Ignoran que hay antiguas quimeras y terribles esfinges, la cuales tétricamente se ríen. Se ríen de esa fácil dicotomía entre el bien y el mal que rige la moral aprendida por los tiernos pimpollos, se ríen de su dios protector, de su curiosidad inconsciente, de su pose decidida, de su triste destino.

Por eso nos hablan. Por eso nos invitan a sus casas. Por eso quieren que los llamemos por sus nombres. Pero, llegado ese momento, frente a frente… la nada, el silencio, el absurdo. No sale una palabra de la boca del joven temerario que invitó a su casa a una Gorgona, a una terrible Gorgona.

El peor perjuicio que produce la sociedad a la joven criatura es demostrarle su falta de carácter. Una sociedad herida, impotente, absurda y raquítica, que sucumbe ante aberraciones como la piedad y, amén de ellas, confunde y pierde a su prole.

Nuevamente, pienso que la triunfante irreverencia de las generaciones viejas tocó extremos vesánicos. Ahora, los pobres jovencitos sólo tienen una arrogancia y un zurrón embelesado cuyo contenido es una idea vacía.

Y duele profundamente, saber que la suerte está echada para ellos y nosotros.

El café, el ateneo, el burdel, la lira...

Me encuentro en el Blog de Juan Murillo, a quien desafortunadamente no conozco aún, un artículo sobre los talleres literarios. En éste se expone, con maestría ilustrativa, la génesis de estas organizaciones. Fue entonces cuando descubrí con alegría, por qué dicho género de conciliábulos me merecían tanta repugnancia. Desde que tienen su origen en los conceptos de gremio, proletariado, democracia, Estados Unidos y demás dogmas modernos, ya entiendo por qué un alma sensible debe tnecesariamente que tener reservas al respecto. Pero lo que más me impresionó fue leer en el artículo de Murillo que estos “talleres” vienen a sustituir modernamente los que antes hacíamos los artistas en los cafés, ateneos, barras y casas de amigos: ¡hablar de arte! Inevitablemente tuve que reflexionar al respecto.
Los artistas de los setentas (gracias a los dioses, no todos) convencieron a la población costarricense –que ya de por sí había expulsado para siempre el lujo y el confort de sus vidas- que el arte era una cosa intelectual ininteligible, aburrida, presuntuosa y desagradable al paladar. Atender a esta alegoría:
El papá una mañana se pone a recordar que la maestra que tuvo alguna vez le dijo al grupo que el arte era una cosa importante que todo el mundo tenía que conocer (las maestras sufren de queísmo). El papá se acuerda, mira a su chiquito desayunar y se dice:

“¡Hoy lo llevaré a un museo para que vea arte!”

Lo hace. Van al museo y por más vueltas que el pobre hombre da, sólo encuentra calzones amarrados a botes metálicos con calcomanías de peligro biológico, un pobre conejo en una cisterna con un libro de 100 páginas a la par que explica por qué esa obra significa la sintaxis infinita del universo, un árbol de Navidad que, a manera de elfos y duendecillos, luce cotex pintados con manchitas de colores, bajo el título “Apología de la represión femenina en do mayor o Sin Título”… y cosas por el estilo.
El chiquito se asusta cuando ve esas obras maestras y el papá experimenta la rara sensación de haber sido embaucado. Ya jamás llevará al güila a ver nada de eso. El güila, cuya maestra omitirá aquel viejo consejo, olvidará la experiencia en poco tiempo, como se olvidan las pesadillas.
La escuela conceptual y el relativismo de los setentas/ochentas/noventas/et ab mortem… ha operado. Es el origen de nuestra sociedad “pragmática” de hombres de negocios y entidades productivas.
Los jóvenes artistas, herederos de ese descrédito y sustraídos de todo respeto en la sociedad, deben bajar la cabeza y asumir el papel de unos vagos criminales por dedicarse a las artes. Es decir… los artistas que decidieron no seguir a la generación conceptual. Por eso necesitan talleres… como bunquers, como madrigueras, como centros de apoyo… escritores anónimos, pintores en victoria, la liga de los músicos… Siempre encabezados por un gurú… de los setentas.
Lo que antes era sensación en París, en Madrid, en el Soho, en Buenos Aires: cafetines, pubs, ateneos, cafés litteraire; ahora es motivo de vergüenza, acto de excentricidad o payasada de vagos ante los ojos de la conservadora cultura costarricense, que jamás supo nada de cafetines, pubs, ateneos, café litteraire ni arte.
Yo celebro a los que aún hablan de arte en los bares, mientras necesariamente mendigan el amor del mundo. Los que abren las puertas de sus hogares a la experiencia del arte. Los que conocen que el arte es algo nuevo y joven eternamente, que no evoluciona ni se supera y, por ello, no discriminan a ninguno que traiga bajo el brazo izquierdo un poco de su esfuerzo y su corazón, junto con una buena botella.
¡Qué afortunados son los que no tienen que pedir permiso a la sociedad práctica para ejercer la escuela de la belleza y el placer, origen de todo conocimiento!
¡Y más aún los que en el camino encuentran los que otros deben comprar en las vitrinas!”