lunes, 13 de julio de 2009

El café, el ateneo, el burdel, la lira...

Me encuentro en el Blog de Juan Murillo, a quien desafortunadamente no conozco aún, un artículo sobre los talleres literarios. En éste se expone, con maestría ilustrativa, la génesis de estas organizaciones. Fue entonces cuando descubrí con alegría, por qué dicho género de conciliábulos me merecían tanta repugnancia. Desde que tienen su origen en los conceptos de gremio, proletariado, democracia, Estados Unidos y demás dogmas modernos, ya entiendo por qué un alma sensible debe tnecesariamente que tener reservas al respecto. Pero lo que más me impresionó fue leer en el artículo de Murillo que estos “talleres” vienen a sustituir modernamente los que antes hacíamos los artistas en los cafés, ateneos, barras y casas de amigos: ¡hablar de arte! Inevitablemente tuve que reflexionar al respecto.
Los artistas de los setentas (gracias a los dioses, no todos) convencieron a la población costarricense –que ya de por sí había expulsado para siempre el lujo y el confort de sus vidas- que el arte era una cosa intelectual ininteligible, aburrida, presuntuosa y desagradable al paladar. Atender a esta alegoría:
El papá una mañana se pone a recordar que la maestra que tuvo alguna vez le dijo al grupo que el arte era una cosa importante que todo el mundo tenía que conocer (las maestras sufren de queísmo). El papá se acuerda, mira a su chiquito desayunar y se dice:

“¡Hoy lo llevaré a un museo para que vea arte!”

Lo hace. Van al museo y por más vueltas que el pobre hombre da, sólo encuentra calzones amarrados a botes metálicos con calcomanías de peligro biológico, un pobre conejo en una cisterna con un libro de 100 páginas a la par que explica por qué esa obra significa la sintaxis infinita del universo, un árbol de Navidad que, a manera de elfos y duendecillos, luce cotex pintados con manchitas de colores, bajo el título “Apología de la represión femenina en do mayor o Sin Título”… y cosas por el estilo.
El chiquito se asusta cuando ve esas obras maestras y el papá experimenta la rara sensación de haber sido embaucado. Ya jamás llevará al güila a ver nada de eso. El güila, cuya maestra omitirá aquel viejo consejo, olvidará la experiencia en poco tiempo, como se olvidan las pesadillas.
La escuela conceptual y el relativismo de los setentas/ochentas/noventas/et ab mortem… ha operado. Es el origen de nuestra sociedad “pragmática” de hombres de negocios y entidades productivas.
Los jóvenes artistas, herederos de ese descrédito y sustraídos de todo respeto en la sociedad, deben bajar la cabeza y asumir el papel de unos vagos criminales por dedicarse a las artes. Es decir… los artistas que decidieron no seguir a la generación conceptual. Por eso necesitan talleres… como bunquers, como madrigueras, como centros de apoyo… escritores anónimos, pintores en victoria, la liga de los músicos… Siempre encabezados por un gurú… de los setentas.
Lo que antes era sensación en París, en Madrid, en el Soho, en Buenos Aires: cafetines, pubs, ateneos, cafés litteraire; ahora es motivo de vergüenza, acto de excentricidad o payasada de vagos ante los ojos de la conservadora cultura costarricense, que jamás supo nada de cafetines, pubs, ateneos, café litteraire ni arte.
Yo celebro a los que aún hablan de arte en los bares, mientras necesariamente mendigan el amor del mundo. Los que abren las puertas de sus hogares a la experiencia del arte. Los que conocen que el arte es algo nuevo y joven eternamente, que no evoluciona ni se supera y, por ello, no discriminan a ninguno que traiga bajo el brazo izquierdo un poco de su esfuerzo y su corazón, junto con una buena botella.
¡Qué afortunados son los que no tienen que pedir permiso a la sociedad práctica para ejercer la escuela de la belleza y el placer, origen de todo conocimiento!
¡Y más aún los que en el camino encuentran los que otros deben comprar en las vitrinas!”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente texto, Luis. Como siempre todo muy bien expuesto, y no me queda otra que asentir y añorar siempre esos espacios de libertad y cultos paganos.

Un abrazo.

Luis Antonio Bedoya dijo...

Claro, Asterión!!! Brindo por ellos! Y por nosotros, sus anfitriones. JEJE!

Jorge O. AC dijo...

Ojala bastaran las palabras en un café o unas copas de vino y toda una noche, cuando ya tienes la solución para el mundo imperfecto, amanece y te topas con la cruel realidad, eres uno….ellos millones. No importa, porque por un momento viviste el mundo utópico, lo sentiste más cerca, casi fuiste feliz!