miércoles, 8 de julio de 2009

¡Avelina Lésper... como caída del Cielo!!!

Hace un par de años publiqué por esta ventanita un artículo que se llamaba "Otra vez, la Academia". Lo escribí justamente después de una reunión en la casa de la escritora chileno-costarricense, Tatiana Lobo: una de esas reuniones donde uno sale con ganas de decir la verdad a los cuatro vientos. En aquel momento, hablé sobre qué debía considerarse arte académico, arte oficial, etc. y qué arte moderno; pues, de la manena más anacrónica, las academias de arte en Costa Rica -que son las universidades estatales- se auto-consagraban como vetas abiertas del puro arte de ruptura y vanguardia. Criticaba yo en ese artículo que lo considerado por la Academia (o sea, la universidad) como arte moderno, no era otra cosa que su propia producción de influencia social, que entraba y salía de las aulas universitarias sin el menor contacto con la realidad social que pretendía defender. En un mismo comentario quise llamar a estos académicos mistificadores e hipócritas, quise demostrar cómo los artistas de oficio, esos que trabajan días enteros en sus proyectos, que estudian a los grandes maestros y miran el mundo con los ojos agudos de la contemplación, eran vilipendiados cruelmente por la Academia, llamados anacronistas por ella, vituperados por creer en la técnica y en el talento, y silenciados con todo el peso de la ideología impuesta desde las cátedras.
No obstante, mi artículo no despertó ningún interés entre los lectores que envié a mi blog para que lo ojearan. Un poco triste, un poco molesto, aun creyendo haberme equivocado, lo retiré de las entradas.
Y, hará no pocos días, mi amigo, el pintor Cris Arias, me envía el texto de la crítica de arte,

Avelina Lésper.

Me sorprendió cuánto las consideraciones de esta especialista se asemejaban a las mías. Cuánto el drama de la poesía era similar al de la plástica. Cómo "el mundo es igual en cualquier parte". También me dio miedo... miedo de pensar en que no haya sitio para el verdadero arte, de que esos hipócritas y mistificadores financiados por los Estados, alejen a los verdaderos artistas de la gente y hagan a ésta creer que el arte no es más que un gesto snob y estúpido.
Empero, por otro lado, me sentí tranquilo de no ser el único a quien aquejan estos terribles pesares. También confieso que me dio un poquillo de orgullo saberme dentro de la nueva contracultura. ¡Dan ganas de brindar!
Les recomiendo que visiten el blog de esta mujer tan lúcida. Me mataron de risa las fotos de basureros y carros chocados que lucían la calcomanía de "Please, don't take me to a museum". Gracias a Avelina Lésper por su buen tino y valentía. Ahora, florece el deseo de empuñar otra vez.. la pluma -¡que uno sólo quiere cuando sabe que va a sacar sangre!

Vale!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Luis:

Permitime llevarme el crédito por "descubrir" a Avelina. Yo fui quien le pasó los enlaces a Cris. Pero para hacer justicia, debo decir que fue, como suele suceder, otra persona quien me puso sobre la pista.

Ahora bien, estaba seguro de que les iba a gustar, y que dentro de las luchas eternas dentro del problema estético, sería una suerte de bálsamo saber que uno no está solo.

Saludos.

Luis Antonio Bedoya dijo...

Pues, ni qué hablar! Por suerte, el imperio de la verdad no está únicamente en manos de los geeks nuevos y viejos, apadrinados por las universidades estatales (UCR-UNA, a saber), y que nosotros -los otros- tenemos algún respalda nada desdeñable. Te mando un abrazo, Asterión... Ya entran más vírgenes a tu laberinto!!!