
Cuando, indefectiblemente, descubrimos que algo nos molesta en el alma a los artistas, que algo nos está lacerando queda aunque constantemente, comenzamos impetuosamente a buscar ese algo, ese bicho, esa espina.
Encontramos, claro, más de una:
La educación del pueblo, que excluye el arte, como materia básica, por ejemplo. De esa manera, tenemos a una población analfabeta en cuestiones artísticas; pero ¡más grave aún!... una población que no ha desarrollado su sensibilidad (que para eso es el arte). A la luz de las nuevas teorías pedagógicas, es terrible que un sector tan importante de la inteligencia no se desarrolle. Pues, aquí ocurre.
El entretenimiento que se concede a este pueblo de labriegos sencillos, eterno prestigio de estima y honor :S es uno muy básico. Siempre recuerdo el asunto del humor. Si analizaremos con cuidado los números de Les Luthiers y los comparamos con los de, por ejemplo, La media docena, uno queda anonadado. Porque reír con Les Luthiers es muy distinto a reír con La media docena, tal parece (claro: para los que pueden reír con este último grupo.). Sin embargo, los medios ven en este grupo “talento” y les abren las puertas. Por otra parte, llama mucho la atención que en los bares, a esos carajillos (o no tan carajillos) que tocan o medio tocan la guitarra les dé por cantar a Silvio Rodríguez a la par de Sin Bandera o (hasta da miedo decirlo) R. Arjona (¡Mal rayo lo parta!).
La cuestión será ¡complacer al público! Seguro que al público no le gustan esas cosas como Les Luthier o Silvio, son difíciles de entender y sofisticadas y elevadas y muy tuyú y sólo para los que se las tiran de intelectuales y no para labriegos senciellos eterno prestigio de estima y honor…
Entonces, ¿si al público no le gusta Les Luthiers ni la VERDADERA trova, por qué ese mismo público manifiesta que, en efecto, le gusta Les Luthiers y la trova cuando consume su obra? Incluso, los conciertos archipesados que hace la Sinfónica en las iglesias de pueblo, ¿no abarrota ese mismo público la iglesia? Con sus rechiflas vulgares y sus güilas gritones, pero asisten.
Los medios de comunicación deberían valorar ese extraño fenómeno, con el urgente fin de que cambien su perspectiva del “talento”.
Sigo removiendo espinas y me encuentro una con veneno añadido.
Es un hecho que el artista no se porta bien. No es un ejemplo de moralidad y responsabilidad (en el sentido del capitalismo dependiente, como el nuestro). Y no afecta este comportamiento el artista por pose, por jugar de vivo, por sentirse muy bohemio… es decir, no el verdadero artista, el que se mata en su taller, en su escritorio, sin la garantía de nada a cambio, ante un panorama tan desolador. El artista no sigue las ordenanzas morales de una sociedad enajenada y esclavizante, pues posee un espíritu sensible que le ha revelado esas aberraciones y, desde aquella misma región sensible las combate. Es que el artista libera al arte y el arte libera al hombre.
¿Entramos al tema del poder? Sí. Poder que la educación y los medios favorecen. También algunos “artistas” por paradójico que resulte. De ellos no hay que hablar.
Pero el pueblo no es tan devoto de la educación, lo sería más de los medios de comunicación, pero… la espina va un poco más hondo… Si no estudiás vas a un Call Center, podés traicionar tu programa favorito… Nadie te va a castigar por eso… ¿A quién le molesta tanto que el ser humano desarrolle su naturaleza sensible? ¿Por qué los artistas no captamos a la gente? ¿Nos faltan los medios, el interés? ¡Interés! ¡Como si el anonimato no fuera la condenación del artista!
Hay un enemigo oculto. Uno que sabe luchar con la materia del arte que son los símbolos… La espina está muy profunda.
No sé si es así en otros países, pero en CR la Iglesia es el principal instrumento represivo. Ningún otro orden de poder es mayor ni tan aplastante. Ninguno otro promueve más la enajenación y ausencia de criterio. En un país confesional, los artistas son dogmáticamente vituperados, ridiculizados y, principalmente, silenciados. Son considerados personas inmorales, descreídas, peligrosas.
Los medios apoyan a la Iglesia, la educación enseña religión. La cultura entera del país está supeditada a la institución eclesiástica. Se ha establecido como válido, verdadero y justo. Todavía no sabemos por qué. Ni por qué, en tiempos de peste, un millón de personas van a inundar a la pobre Cartago, una vez más, con sus ruegos y lamentos.
Así, pues… Presiento que la espina más honda de todas es la iglesia y su función cultural de levantar anatemas y condenas contra las expresiones libres, de abrir abismos de intolerancia y prejuicio.
Quisiera equivocarme y que alguien me proporcionara una estampa donde viera una alegoría de la Iglesia apoyando al artista y su sagrada labor de abrir las mentes y los corazones al conocimiento y diálogo con la naturaleza de las cosas.
Presiento que me quedaré esperando.